Son las 10 de la noche, acabas de terminar de cenar y aparentemente has cenado bien,  te habías quedado satisfecha pero de pronto ahí está, hambre…y no un hambre cualquiera, el hambre emocional. 

O quizá:

El día en el trabajo ha sido horrible, llegas a casa, no tienes la cena preparada y ahí está, “con el día que he tenido merezco una recompensa”…

O puede que sea un día de celebración, y como en nuestras culturas la comida y la bebida ¡no pueden faltar!

Emociones tras el hambre emocional

Sea como sea, sea cual sea el motivo o excusa que te ha llevado a comerlo, al final, al rato, siempre aparecen:

Sentimientos de culpa, pena, tristeza, frustración… 😔  Esto no está bien, no te hace ningún bien.

¿Has oído hablar del hambre emocional?

Comemos por necesidad fisiológica, sino ingerimos nutrientes, enfermamos y así la vida no es posible, pero…

Hoy en día tenemos otra forma de comer, una que es sin hambre.

Y esto sucede porque la comida nos reporta placer, unos tipos más que otros, pero al final cuando comemos además de hacerlo para sobrevivir, también lo hacemos para disfrutar, obtenemos una recompensa.

El bucle del hambre emocional

Y ahí reside este pequeño problemilla, cuando no sabemos gestionar un estado emocional o vivimos ciertas circunstancias, es muy fácil recurrir a la comida para generarnos un bienestar.

El bucle que aparenta felicidad pero en realidad finalmente nos hace sentirnos mal (física y emocionalmente)

 ¿Cómo podemos combatir el hambre emocional?

El primer paso comienza siendo conscientes; si seguimos pensando que es hambre real y que necesitamos esa comida para sobrevivir, de ninguna forma se podrá cambiar.

Aprende a distinguir entre hambre emocional y hambre real.

Hambre Emocional: aparece de repente fuera de los horarios habituales y sólo ante ciertos alimentos. No controlas ni disfrutas la comida que comes y aparecen sentimientos de culpa junto con una sensación tremendamente llena al terminar de comer.

Hambre real: Aparece de forma gradual y puedes esperar para comer a tus horarios habituales. En estos casos apetece comida sana y prestas atención a lo que estás comiendo. No hay culpa ni sentimiento de hinchazón, sólo satisfacción. 

Ahora que ya has tomado conciencia de que esa hambre no es real, sería muy importante saber qué es lo que te está llevando a esta situación, a llevar a cabo esta conducta.

Para ello vas a identificar qué te está sucediendo. Necesitarás, papel,  boli y muchas ganas de cambiar.

Te he preparado una plantilla muy chula con la herramienta que si quieres podrás descargar y así trabajar tu hambre emocional. Aunque de todos modos vamos a ver los pasos.

Vamos a imaginar a esta hambre emocional como si fuese un monstruo que aparece y no puedes controlar.

El monstruo de la gula

¿Qué cosas hacen que el monstruo se haga grande? (Cuándo, Dónde, Qué estás haciendo, Con quién estás, Qué sientes… – no tener la comida preparada, pelearte con tu pareja, ver que ha sobrado comida, estar en casa sola a las 6 de la tarde…-)

¿Qué cosas hacen que el monstruo se haga pequeño y sí puedas controlarlo? (Cuándo, Dónde, Qué estás haciendo, Con quién estás, Qué sientes… en estas situaciones no estás teniendo presente la comida y es posible incluso que ni te estés dando cuenta – estar distraída hablando con una amiga, tener la comida preparada con antelación, ir al gimnasio o caminar por la calle, dedicarte a tu hobby favorito…)

Con esta herramienta vas a tomar conciencia de cuáles  son las situaciones, personas, pensamientos, emociones… que actúan como gatillo y activan al monstruo, pero también de cuáles lo calman y te permiten controlarlo así asumirás un rol activo ante estas situaciones, y podrás encontrar actividades que te ayuden a disipar tu mente de este monstruo que te impide disfrutar plenamente de la comida.

Una vez hayas identificado la señal y la situación que te genera esta conducta, lo que habrás de hacer es cambiar lo que normalmente harías por estas otras situaciones en las que has identificado que tú eres el que manda y tienes el control.

¿Significa eso que ya no podré comer esas “cosas deliciosas”?

No, para nada, lo que pasará es que cuando las comas, o mejor dicho cuando decidas comerlas, será siendo consciente de que te vas a permitir un capricho, y tú controlarás la situación y no al contrario.

Sé que esta herramienta puede resultar escasa ante determinadas situaciones, si es tu caso y crees que de verdad se escapa de tu control, lo más valiente y que más amor propio te va a generar será buscar ayuda profesional. Existen trastornos de la conducta que son algo más que hábitos instaurados en nosotros y necesitan de un tratamiento controlado y evaluado por personas que sepan qué  están haciendo y te sepan ayudar a salir de esta situación tan angustiosa.

Sin más, deseo que esta herramienta te ayude muchísimo, comiences a ser consciente de tu verdadera hambre, y así por fin disfrutes de la comida.

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